January 25, 2017

Presencia de Octavio Paz hoy







Tuve el gusto la semana pasada de conocer a Enrique Müller, reconocido periodista iberoamericano. Al final de nuestra conversación en la Deutsche Welle me contó que había conocido y entrevistado a Octavio Paz. Tuvo la gentileza de enviarme una entrevista que le hizo con ocasión de una visita a España y otra anterior cuando cumplió setenta años. Y yo no puedo estar ahora mismo más emocionado por haberlas leído treinta y pico años después. Lo cual asusta: tienen una vigencia absoluta.

Me quedo con dos o tres frases del lúcido Paz, ese valiente que nunca le tuvo miedo a pensar y, como me gusta entender sus ensayos, a "pensar en voz alta".

"No se puede hacer poesía todo el día, porque se convierte en religión y el peligro es volverse beato".

Me he descubierto las últimas semanas con un gran interés en la poesía. ¿Será a causa de la situación política por la que atravesamos? Esta mañana, al despertar, leí que Trump va a firmar hoy la orden para alzar el muro entre México y Estados Unidos. Sobra decir que el gobierno mexicano no ha reaccionado, pazguato como es.

Enrique Müller tuvo la gentileza de incluir en su entrevista, a manera de adelanto de Árbol adentro, el "Proema" de Paz:

    A veces la poesía es el vértigo de los cuerpos y el vértigo de la dicha y el vértigo de la muerte;
    el paseo con los ojos cerrados al borde del despeñadero y la verbena en los jardines submarinos;
    la risa que incendia los preceptos y los santos mandamientos;
    el descenso de las palabras paracaídas sobre los arenales de la página;
    la desesperación que se embarca en un barco de papel y atraviesa,
    durante cuarenta noches y cuarenta días, el mar de la angustia nocturna y el pedregal de la angustia diurna;
    la idolatría al yo y la execración al yo y la disipación del yo;
    la degollación de los epítetos, el entierro de los espejos;
    la recolección de los pronombres acabados de cortar en el jardín de Epicuro y en el de Netzahualcoyotl;
    el solo de flauta en la terraza de la memoria y el baile de llamas en la cueva del pensamiento;
    las migraciones de miríadas de verbos, alas y garras, semillas y manos;
    los substantivos óseos y llenos de raíces, plantados en las ondulaciones del lenguaje;
    el amor a lo nunca visto y el amor a lo nunca oído y el amor a lo nunca dicho: el amor al amor. 


Sílabas semillas.

Paz, retratado por don Manuel Álvarez Bravo



Me quedo con las migraciones de miríadas de verbos –esperanzar, soñar, esforzar, sufrir, trabajar, vivir– y de manos –zacatecanas, otomíes, desvalidas, callosas, maternas, abuelescas, campesinas, afanadoras, tiendecamas y limpiacacas– que intentan salir de la cloaca en que se ha convertido México, para toparse con un muro infame.

Ante esto: ¿poesía? Parece una inocentada. Y, sin embargo, la poesía es la celda solar que recarga las pozas de energía para continuar.

La otra frase de Paz que me sacudió es de una editorial de Vuelta: "Aprender a dudar es aprender a pensar". Paz lo decía con relación al urgente examen de consciencia que deben practicar los países latinoamericanos. Sí, pero también dijo Paz unos años más tarde, cuando recibió el Nobel, que "aprender a sonreír es aprender a ser libres".

En la entrevista de Enrique Müller se menciona una disputa entre Günter Grass y Vargas Llosa, que surgió cuando el peruano le reprochó a García Márquez su simpatía por el régimen de Fidel Castro. Qué elocuente resuena esta discusión tras la muerte de Fidel.



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